Puso la contraseña en el ordenador por última vez y se preparó para un día tranquilo. Era el último día de una rutina que le había cambiado la vida durante los últimos meses. No creía poder estar tan agusto en ninguna otra parte.
Pensó como el tiempo volaba estando allí. Le devolvían libros, acariciaba los lomos, metía sus datos de nuevo en el ordenador para ponerlos en circulación otra vez. Le daban libros para prestar, les quitaba la alarma, les anotaba una fecha y pensaba en la fabulosa historia que contenían y que pronto se liberaría.
Colocar los libros en su estante, comprobar que todo seguía ordenado. La felicidad del orden.

Niños que llegaban dispuestos a recorrer toda la ludoteca, amorados de los libros pop-up, de las historias de aventuras o de los dinosaurios. Niños que leían una y otra vez las mismas revistas infantiles o que venían sólo para disfrutar de las manualidades de los talleres de animación.
Estudiantes de oposiciones, ávidos lectores, investigadores. Aquellos que pedían acceso a los ordenadores cada día y aprovechaban para conversar un poco, o le consultaban dudas que le hacían sentirse orgullosa de poder ayudar.
La felicidad de ser útil.
El día anterior había sido de los de no parar: una presentación de un libro infantil de la pediatra local, con espectáculo de títeres y experimentos sensoriales incluidos. Un éxito total, no había visto tanta gente junta allí antes. Incluso faltaron sillas.
Y de pronto lo de siempre deja de ser rutina.
Y la vida ya no solo no es como era,
si no que tampoco es como debería ser.
La vida parece otra vida. Es otra vida.
PERO BUENO ¿ésto es tuyo? wow! ya me gustaría a mi escribir así de bien! (gif de aplausos)
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Gracias tesorito ❤️
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